La historia de los salchichones y su prestigio están incuestionablemente ligados a una marca: Casa Sendra. Desde 1849, con diferentes propietarios y a través de diversas generaciones, ha mantenido la misma filosofía: asegurar un embutido de alta calidad elaborado con la mejor materia prima de proximidad siguiendo un proceso artesanal que conserva la esencia y el respeto de sus orígenes.
CALIDAD Y
PROXIMIDAD,
LA BASE
La base son las partes más nobles, como los jamones, las paletillas, los lomos y las pancetas, siempre procedentes de cerdas cuidadosamente seleccionadas y engordadas específicamente en granjas de pequeña producción escogidas y próximas. Desde sus inicios, cuando las carnes procedían de matanzas caseras, la materia prima de km 0 ha sido uno de los principios característicos para obtener de una manera artesanal un salchichón inigualable en sabor y con un estilo genuino.
EL TOQUE
DE LAS
ESPECIAS
El salchichón Casa Sendra inicia su camino de elaboración, único y tradicional, con el picado de las carnes y el proceso llega a su punto culminante con la fase de condimentación con las especias, que consiste en añadir delicadamente, siguiendo el proceso genuino, la sal, los granos de pimienta negra de la India y la pimienta blanca molida originaria de la India y Malasia. Estos condimentos aportarán el toque, el estilo y el sabor ideales para conseguir el auténtico y original salchichón Casa Sendra.
Bayas de fruto inmaduro de piper nigrum, desecadas enteres y al sol.
Bayas maduras desprovistas de cáscara, enteras y de aspecto blanco tirando a grisáceo.
Condimento consistente en cristales de cloruro de sodio, que se utiliza en la alimentación humana.
EMBUTICIÓN MANUAL
Y TRADICIONAL
Una de las claves de la elaboración es el proceso manual de embutir la carne en tripas naturales de cerdo de doble capa. Es un trabajo totalmente artesanal y de vocación que se cuida con todo detalle para conseguir el auténtico salchichón, que se atará a mano por los dos extremos con un hilo de cáñamo importado expresamente de Egipto.
Se necesita una habilidad especial, que culmina con la tradición de identificar cada salchichón con una medalla numerada que nos indica la semana en la que se ha embutido el salchichón. Antiguamente, la matanza y el proceso de embutición comenzaban la primera semana de septiembre, y por eso estos primeros salchichones son los que llevan la medalla con el número 1, y así sucesivamente hasta el número 52.
importando expresamente de Egipto.
SECADO
ÓPTIMO EN FRÍO
Una vez embutido e identificado, el salchichón inicia el proceso de secado totalmente en frío, tal como se hacía antiguamente en los días de invierno, que busca conseguir unos sabores característicos con una lenta evolución. Este proceso de secado dura entre diecisiete y veinte semanas, durante el cual los salchichones se cambian de lugar para obtener un secado homogéneo y un producto final absolutamente insuperable de sabor distinguido. Bajo la supervisión de un experto, cada uno de los salchichones recibirá el visto bueno para que posteriormente el embutido puede pasar a ser envuelto a mano, con una técnica tradicional, y presentado en unos estuches de regalo exclusivos que garantizarán su conservación.